PODER
1. Vigile el excesivo silencio. Si el discípulo no contesta en 10 segundos, puede necesitar
que usted le re formule la pregunta. También, sepa que el encuentro de las miradas puede
ser necesario para transmitir un interés sincero en las respuestas del discípulo. Grabe sus
conversaciones para que pueda evaluar su propio estilo en la interrogación.
2. Cuídese de no quitarle a la otra persona la oportunidad de contestar. El silencio puede
ser oro. Haga una pausa después de hacer una pregunta. Si usted es susceptible de caer
en la trampa, cuenta hasta diez después de hacer una pregunta y antes de hacer otra o de
formular de otro modo la que acaba de hacer. Dé por sentado que el discípulo oyó y
comprendió y simplemente está pensando en una respuesta.
SOCIABILIDAD
3. Piense antes de preguntar. Usted puede tener la tendencia a dejar que la interacción
divague porque pregunta solo por preguntar. Tenga en cuenta su meta y su enfoque,
determine lo que trata de saber y luego escoja preguntas que lo lleven allá.
4. Quizás usted sea propenso a formular las preguntas que le produzcan las respuestas que
quiere oir. Inducir al alumno es tan impropio y tan ineficaz como inducir al testigo.
Suavice su tono; asegúrese de que su actitud no hace sentir al alumno como si lo
estuviera juzgando.
GENEROSIDAD
5. Evite que sus preguntas sean demasiado superficiales. Aunque invadir la intimidad no
sea la meta, su propósito es fomentar el pensamiento profundo. Esté dispuesto a permitir
un poco de controversia; el conflicto no es más que un síntoma de tensión.
6. A menudo se encontrará usted dispuesto a responder por el aprendiz. Retroceda y déle a
la persona una oportunidad de comunicar sus pensamientos. También es importante
evitar volverse demasiado personal demasiado tiempo. Aunque usted esté más que listo
para estrechar la cercanía, el alumno puede necesitar un poco más de tiempo.
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